domingo, 25 de enero de 2009

Coraje y Valor al Extremo; El Proyecto Kaiten


La historia de los KAITEN japoneses, sus orígenes
A los submarinos japoneses se los adaptó para un uso más increíble... el mismo que el Almirante Yamamoto había estado decidido a evitar cuando autorizó el despliegue de los submarinos miniatura en Pearl Harbor. En menos de tres años, la suerte de Japón se había visto tan reducida que estaba preparado a enviar hombres a la muerte en misiones suicidas.
La idea macabra nació en la mente de dos jóvenes pilotos de submarinos miniatura, los Tenientes Hiroshi Kuroki y Sekio Nishina. Comenzaron a trazar los planos para un compartimiento diminuto para un piloto que tuviera controles, sin asiento y un periscopio, y que se insertaría entre la ojiva y el grupo motor de un torpedo Modelo 93, el hermano de superficie del Modelo 95 de los submarinos. Cuando se la transportara a la zona de conflicto en un submarino, la pequeña y letal nave se soltaría para que infligiera la muerte al precio de la vida del piloto. Kiiroki y Nishina bautizaron el arma con el nombre de kaiten, literalmente “cambio del cielo”.
Cuando el plan kaiten se presentó a comienzos de la guerra, la Armada lo rechazó categóricamente. Kiroki y Nishina persistieron. Por último, para impresionar a sus superiores con su¡ sinceridad, observaron la antigua tradición de escribir una petición con su propia sangre. A fines de 1943, al recibir dicha petición, la Armada Imperial japonesa aceptó el submarino como un arma tokko, o suicida.
En el verano de 1944 se estableció una base kaiten en Otsujima, una isla en el mar Interior del Japón, con varias docenas de cadetes jóvenes que estaban preparados para morir por su país. Los seguirían muchos más ... jamás huibo escasez de voluntarios, ni para el kaiten ni para su equivalente aéreo, el programa Kamikaze, que se constituyó dos meses más tarde.
Los instructores fueron, Hiroshi Kuroki y Sekio Nishina. Pero el 6 de septiembre, Ktiroki, encontró su propio final cuando sus controles se atascaron, mientras practicaba en un kaiten diseñado para llevar a dos hombres, Kuroki y un cadete, el teniente Takashi Higuchi, perdieron el control y cayeron al fondo del mar. Allí la nave se abrió y los dos se ahogaron.

El 8 de noviembre de 1944, el I-47, comandado por Zenji Orita, salió de Otsujima en la primera misión kaiten. El destino del submarino era el atolón de Ulithi, en las islas Carolinas. Sin tener que luchar, los americanos habían ocupado Ulithi en septiembre de 1944, y en ese momento la Flota del Pacífico de los EE.UU. lo utilizaba como un importante fondeadero de vanguardia.
En el viaje, los cuatro pilotos kaiten que iban en el I-47 estudiaron perfiles de reconocimiento de los barcos enemigos, jugaron al ajedrez y le gastaron bromas a uno de los suyos, un joven teniente llamado Hitoslii Fukuda, el cual era tan tímido que prefirió sufrir su primer día en el mar antes que preguntar cómo hacer funcionar el complicado lavabo del submarino.
Al mediodía del 19 de noviembre, Orita sacó el periscopio justo en las afueras del arrecife de Ulithi. Vio la laguna con docenas de buques de guerra americanos de todos los tipos. “Lanzaremos los kaiten por la mañana”, dijo.
Esa noche, recordó Orita, “un sake estupendo, regalo del emperador, se sirvió en copas sacadas especialmente preparadas para la ocasión. Luego los pilotos se retiraron a obtener todo el descanso que pudieran. Yo esperé hasta 90 minutos antes del amanecer, entonces llevé el I-47 a la superficie. Me acerqué a Ulithi a una velocidad de 12 nudos. No hubo necesidad de observar las estrellas. El cielo del atolón era brillante, como el de una ciudad costera en tiempos de paz. Me dije a mí mismo que la presencia de esas luces significaba que el enemigo no tenía idea de que nos halláramos cerca”.
A las 4 de la mañana del 20 de noviembre, los cuatro pilotos habían entrado en sus kaiten. Uno de ellos no era otro que Sekio Nishina, quien llevaba una urna que contenía las cenizas de Hiroshi Kuroki.

A las 4:15, Orita dio la orden: “¡Adelante!”
El kaiten de Ni****a se deslizó de la cubierta del I-47 y desapareció. A las 4:30, los cuatro kaiten se encontraban en el agua. En el puente del submarino, Orita y otros esperaban con tensión. A las 5:07 un enorme estallido de luz dentro del puerto fue seguido segundos despues por el sonido de una explosión. Para el I-47 era hora de marcharse: Orita sumergió la nave y puso rumbo al norte, lejos de los primeros ataques kaiten.
De regreso al Kure, el I-47 recibio el credito de un portaaviones y un acorazado. En realidad solo habían destruido un petrolero de la Flota de EE.UU., los otros kaiten o bien fueron hundidos por defensores americanos o por otro modo.
Hasta donde se sebe, solo hubo otra victima de los kaiten durante la guerra. Uno torpedo humano procedente del I-53 hizo volar la proa del destructor escolta americano Underhill el 24 de julio de 1945, en el mar de la Filipinas, causándole unos daños tan graves que hubo que hundirlo.


El costo del programa Kaiten para los japoneses fue muy severo; perdieron 80 pilotos en misiones y otros 16 en entrenamientos.



Un Saludo
Nakata Kun



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